¿Quién no ha escuchado alguna vez la frase “no me juzgues”? Este pasaje de Mateo 7:1-6 ha sido usado muchas veces fuera de contexto para evitar cualquier corrección o discernimiento. Pero, ¿realmente Jesús prohíe todo tipo de juicio? Descubre en este extenso análisis lo que significa juzgar correctamente según la Biblia y cómo hacerlo desde …
La expresión “no juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1) ha sido una de las más citadas, especialmente por quienes buscan evitar toda clase de corrección o evaluación moral. Sin embargo, como toda Escritura, debe ser entendida en su contexto completo. En este pasaje del Sermón del Monte, Jesús no está prohibiendo todo tipo de juicio, sino condenando un juicio hecho con hipocresía, orgullo y malicia.
1. ¿Prohíbe Jesús todo juicio?
El verbo griego utilizado en Mateo 7:1 es “krino”, que puede significar distinguir, separar, emitir juicio, evaluar o incluso condenar. Su significado depende del contexto.
Varios pasajes de la Biblia confirman que el juicio en sí mismo no está prohibido:
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Juan 7:24: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.”
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1 Corintios 2:15: “El espiritual juzga todas las cosas.”
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1 Corintios 10:15: Pablo invita a los creyentes a juzgar sus enseñanzas.
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Mateo 7:6: El mismo pasaje nos pide discernir quiénes son los perros y los cerdos, es decir, aquellos que desprecian el evangelio.
Por lo tanto, Jesús no condena el juicio como ejercicio de discernimiento, sino el juicio con una actitud altiva, condenatoria y destructiva.
2. La advertencia de Jesús: seremos juzgados con la misma medida
Mateo 7:2 es una advertencia directa: “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os será medido”. Esto subraya la responsabilidad y seriedad con la que debemos abordar cualquier juicio hacia otros. Si emitimos juicios con dureza, sin amor ni gracia, podemos esperar recibir lo mismo.
3. Juzgar sin hipocresía: primero revisa tu propio corazón
Jesús utiliza una imagen poderosa: la Viga y la paja (vv. 3-5). La Viga representa nuestros propios pecados, muchas veces ignorados o minimizados. Antes de intentar corregir a otros, debemos examinar sinceramente nuestro corazón y confesar nuestras faltas. Solo así podremos ver con claridad para ayudar a nuestro hermano.
Jesús no está diciendo que no ayudemos a otros a quitar la paja de su ojo; está diciendo que lo hagamos después de habernos tratado a nosotros mismos con honestidad y humildad.
4. El peligro de una crítica destructiva
Jesús denuncia el juicio severo e inflexible que no busca restaurar sino destruir. Esta crítica destructiva muchas veces se manifiesta en:
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La murmuración
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El desprecio
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La antipatía
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La difamación sin posibilidad de defensa
Esto no solo divide a la iglesia, sino que atenta contra el cuerpo de Cristo mismo. El creyente debe reprender con gracia, buscando el bien del otro, y no su ruina.
5. El mandato de discernir: perros y cerdos (v.6)
El versículo 6 nos recuerda que hay personas que persistentemente desprecian el evangelio. A estas, Jesús llama “perros y cerdos”. El mandato aquí es claro: no continuar ofreciendo las perlas del evangelio a quienes lo pisotean. Esto requiere juicio, discernimiento, evaluación.
6. Conclusiones prácticas para juzgar correctamente
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Cierre la boca: No hable sin saber. Piense si lo que dirá es cierto, necesario y edifica.
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Hable con la persona involucrada: No murmure. Hable en privado con amor, siguiendo Mateo 18.
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Ore por la persona: Si realmente le importa, interceda por ella antes de hablar.
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Considere su propio corazón: Sea consciente de su propia debilidad antes de corregir.
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No se preste para la cultura de la cancelación: Sea manso, no justiciero.
7. Solo el corazón humilde puede juzgar con gracia
La frase que resume esta enseñanza es clara:
“Solo el corazón humilde que es consciente de su propia debilidad puede señalar con rectitud y gracia las faltas de los demás.”
Jesús mismo, el único justo, es quien puede juzgar perfectamente. Nosotros debemos someternos a él y a su Palabra para juzgar correctamente nuestra vida y la de los demás.
Llamado final al lector:
¿Te has detenido a considerar si tus juicios son santos o altivos? ¿Has emitido críticas que no edifican, sino que hieren y dividen? Hoy es el día para confesar ese pecado, buscar reconciliación y vivir como verdaderos hijos de la luz.
Y si aún no has confiado en Cristo, recuerda que estás bajo el juicio de Dios. Pero también hoy puedes hallar gracia, perdón y justificación si te arrepientes y pones tu fe en Jesucristo.